Grave accidente cientifico-culinario, causa un herido y una traumada psicológica. Los daños materiales se estiman en dos huevos y una cocina llena de visceras hueviles.
Todo comenzó durante la fabricación en masa de canapés para la comunión de un familiar, cuyo nombre mantendremos en secreto para asegurar la anonimidad del menor.
Lobo Fenris, junto con su esposa, Orion, trabajaban duramente combatiendo contra el sueño para tener todos los canapés a tiempo para la celebración que habria de celebrarse horas más tarde.
“El huevo duro se nos terminó y le pedí a Jorgito que hirviera un par de huevos, nada más” – declara Orion, la traumada muchacha que recuerda con horror los preámbulos al accidente.-
El valiente cientifico culinario observó que la vitroceramica estaba totalmente ocupada por media miriada de canapés, por lo que optó por realizar una gesta tan inventiva como arriesgada: Cocer huevos en un microondas.
“Yo que sé, llené un cuenco de agua y meti un par de huevos. Puse el temporizador a 10 minutos, y la potencia a 80W. Ahora que lo pienso se me fué la olla, no se porqué extraño motivo relacioné la temperatura con la potencia, como si guardasen la misma proporcion”
Así describe el cientifico su experimento, que concluyó con una violenta explosión dentro del microondas, llenandolo todo de mierda.
La intrigada pareja abrio el micro, observando que uno de los huevos aun se mantenia en buen estado.
El lobo decidio comprobar su estado tocándolo con un tenedor.
Justo en ese momento se produjo la deflagración, haciendo volar por los aires pedazos de huevo por toda la estancia y chamuscando al pobre canido que, debido al calor, tan solo llevaba unos gallumbos azules por toda protección.
“La verdad es que fué un poco comico, se puso a bailar un tipo extraño de danza Cherokee, hasta se quito los calzoncillos porque decia que se quemaba las pelotas”
Así describe la consorte del muchacho de espíritu lúpino, su danza con la muerte.
El valiente e incosciente muchacho, que ahora sufre quemaduras de primer y segundo grado en frente, brazo, cuello e ingle, asegura que piensa intentarlo de nuevo algún día, pero reduciendo la potencia del aparato y el tiempo de cocción a un minuto, “nada de experimentos con gaseosa, la verdad es que me podía haber costado caro; un par de centimetros más a la derecha y me hubiera dejado huevicojo, por no decir que casi me salto un ojo. La verdad es que no es algo que deba hacerse en casa”
Pasarán un par de semanas hasta que bajen las ampollas y desaparezca totalmente el dolor. Pero gracias a Dios, no han tenido que lamentarse daños personales graves.
Además, el dolor y las perdidas provocadas por este lamentable accidente no impidio que la pareja terminara un total de 580 Canapés. Aunque eso si, parecen haber desarrollado cierta antipatía al huevo duro.
En esta imagen se ilustra el alcance de las visceras del huevo. Ojo a las manchitas amarillas.
Pasen el ratón sobre la imagen para ver una versión ampliada de la misma.
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