Corrían los morrocotudos ochenta, cuando la saga “Valis the Fantasm Soldier” aterrizaba en nuestros queridos microordenadores por obra y milagros de Telenet.
No lo hacia de cualquier manera, lo hacia con una mezcla de arcade de plataformas, con matices de aventura y largas búsquedas en pos del custodio final de cada mundo. Un “arcade” tan largo que era preciso hacer uso de contraseñas para guardar nuestros avances.
En mi caso no pude disfrutar de él, hasta el último estertor de la década. He de decir, que en comparación con el Software existente para el sistema MSX en nuestro país, la calidad del mismo resultaba sobresaliente. Era un juego que requería de cierta pericia, pero sin llegar a la exigencia de los míticos Gradius de Konami o la cuasi imbatibilidad de los juegos patrios.
Lo disfruté como lo que era, un niño. Frente a una pantalla de fósforo verde que titilaba y te quemaba los ojos, jugando con el mientras, a modo de metajuego, me inventaba mi propia versión de la historia, frente a la imposibilidad de descifrar los manuales nipones cargados de hermosas ilustraciones. Las fotocopias que a modo de traducción, suministraba Telejuegos, no cubrían el grueso de la historia, ni daban explicación a aquellas misteriosas imágenes que adornaban el manual.
El caso es que se trata de un clásico incombustible, que tiene tanto amantes como detractores, pero que para mi, es lo que definió el MSX en mi infancia. Disfruté la saga Nemesis, le eché horas al Salamander… admiro sus virtudes técnicas, pero el que me volvía loco era y será el mítico Valis. Con sus parpadeos, sus niveles eternos, su farmeo, sus submundos, todo.
Mas adelante, con el nacimiento del siglo 21 y tras cierto bagaje como desarrollador, la necesidad de rendirle este pequeño tributo se hizo obligatorio.
Comenzamos por crear una versión Flash bastante completa, allá por el año 2012. Pero no ha sido hasta hoy, cuando me he decidido a hacer una conversión a Android para que los que como yo, disfrutaron del original en su día, puedan repetir la experiencia en el metro, en la puerta de la guardería o sentados en el mismísimo trono de su hogar.
Repito lo que ya he comentado alguna vez: No es un Remake. No me gusta hacerlos y no los hago. Menos aún con Valis. Me niego a violar sus viejas virtudes con mis herramientas modernas y mis paletas repletas de colorines.
Lo que veréis, y espero que disfrutéis, es un tributo hecho desde el cariño de un señor cuarentón que se crió frente a pantallas de fósforo verde y fanfarrias en PSG.
Las grandes glorias nunca mueren. Iluminan nuestra imaginación y dan vida a nuevas creaciones.
¡A por ellos cazador!
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